domingo, 14 de agosto de 2016

Poema a la mujer de mi pueblo

SUEÑOS (TU VOZ MUJER VALIENTE)


  I
Con nuestras zampoñas
dedicamos, nuestros huaynos
a la mujer de nuestro pueblo.

Con despertar miras tus días, valiente
con tus melodías, anuncias una nueva vida.

Con el puño y con melodía
Cambiemos esta injusta  vida.

                   II
Con tu sentimiento,
 enpuña  ya, la indignación,
 Por las mujeres explotadas.

 Desde los andes ya resuenan, valiente
voces y alegría, transformando la vieja vida.

Rompiendo todas las cadenas
vamos mujeres con el pueblo.


                     III
Emancipación de la mujer
y del pueblo
Hay que luchar todos los días.

Con feminismo proletario, valiente,
 mujer vas luchando, anunciando los nuevos días.

Vamos obrera  - campesina
Cambia ya, esta injusta vida.

                     IV
Con todos tus hijos,
 en tus brazos, vas luchando
 Defendiendo una digna vida.

Por los hijos de nuestro pueblo, valiente,
entregas tu vida, al porvenir con nueva aurora.

Expresado en el puño y canto

canta liberación del pueblo.

SITUACIÓN ACTUAL DE LA MUJER


La actual oleada  mundial de luchas que el pueblo  sostiene en la actualidad, hace notar la participación de miles de miles de mujeres luchadoras.
Está claro que la problemática  de la mujer tenemos que enmarcarla dentro de la lucha de las amplias masas. El mundo vive una gran crisis generalizada por causa de la misma contradicción del sistema (propiedad privada sobre los medios en contraposición de su sociabilización de la misma) Una de la formas de manifestarse dicho ostento de poder económico, político y militar está demostrado en las guerras de agresión y saqueo a las naciones oprimidas y pueblos del mundo.
Aquí  enmarcamos la problemática actual, los estados  serviles no cumplen su  función social, ni velan por los intereses de la mujer, son los primeros en violar los derechos del pueblo. Se comete genocidios, saqueos, torturas, encarcelamientos, sobre todo con los sectores más empobrecidos, esto es más notorio en países que son colonias y semicolonias, sometidos por superpotencias y potencias  mundiales. La razón del porque es más enfático ello, es que esta en concordancia con las necesidades que los imperios tienen y estos son capaces de cometer las más grandes impunidades y para ello poseen sus organismos internacionales encargados de limpiarlos.
En los países de medio oriente (Afganistán, Irak, Libia, Siria), la opresión sobre la mujer es muy grave, aquí concurre la opresión de la propiedad privada, el estado, la familia y además en un contexto de agresión del imperio que desangra miles de mujeres y niños, lo mismo sucede álgidamente en Nepal, Turquía, la India asimismo en algunos países de África, donde se viene aplicando políticas genocidas abusivos, violaciones, torturas y encarcelamientos injustos. En América del norte, de igual manera hace poco tiempo han desaparecido a 43 estudiantes entre ellos mujeres, por el estado mexicano, en   Ayotzinapa guerrero pero no se dice de las 1700  denuncias acumuladas en el periodo de un gobierno. De igual manera viene sucediendo en América del sur.
En el Perú sucedió similar situación (esterilizaciones forzadas, genocidio torturas a las campesinas), y sigue dándose, si no, es que el estado no cumple su función atreves de los medios de  prensa, que ocultan todo lo que no conviene. A nivel social (por ejemplo en educación), la tasa de analfabetismo en las mujeres es de 10,6% y coincidentemente la incidencia más alta es en Apurímac 32%, Huancavelica 30%, y Ayacucho 26,9%. El desempleo pleno, el subempleo y los no económicamente activos alcanza la cifra de 63% de la PEA, tampoco se cumplen el respecto a las 8 horas, también el Perú tiene índices elevadísimos de maltrato y abuso conyugal, lo cual tampoco se puede negar y es parte de la problemática de la mujer.
Es una realidad que la mujer es  triplemente oprimida y esto enmarca los problemas expuestos líneas arriba, la situación de ante mano es compleja, esto no significa que es impredecible, sino que hay una necesidad de abordar el problema de una manera integral, multilateral y dialéctica (contradicción). El problema se expresa en lo ideológico, económico, político, social y cultural, revisar la historia en los regímenes económicos en estos aspectos nos harán dar cuenta y sacar algunas conclusiones, esto es científico, contrario a lo que determinados sectores unilateralmente pregonan sobre la problemática femenina. Evidentemente  ven el problema con un estricto criterio de género, hace el juego a los sectores pudientes, los mismos que históricamente son los grandes agresores de la mujer, haciendo uso del estado del cual se sirven. La situación tampoco es simple, la clase que domina nuestro país, así como el que impera en el mundo, maneja un contenido ideológico del que muchos de nosotros caemos, la tesis burguesa (naturaleza deficitaria de la mujer), así como de mecanismos que tienen la intensión de negar la lucha de clases y fomentan la confrontacion entre el mismo pueblo.
En el interior del país se ha venido llevando fuertes reclamos del campesinado en defensa de sus tierras y recursos naturales, donde las mujeres luchadoras participaron activamente en puestos dirigenciales, de igual manera en las luchas estudiantiles, en la lucha del magisterio, el de la juventud, el de los médicos, y el de los trabajadores en general. Todo ello  demuestra una gran prueba, desde luego evidente, que la mujer de pueblo, lucha con el varón, juntos por una sola consigna. Por tanto es de notoria intención cuando se enfatiza unilateralmente la contradicción entre varones y mujeres, sino, fijémonos todo lo que en la prensa se difunde, no solo ahora, sino es una labor sistemática del estado, y así neutralizar todo avance de la lucha del pueblo, con la consigna “divide y reinarás”.
Finalmente la mujer de pueblo, es una mujer que siempre ha luchado (no es deficitaria), que sobre ella se sienta una mayor opresión y por ello mismo es un sector sensible que debe de emprender mayor organización, movilización, politización buscando su emancipación y junto a su compañero de su mis condición equilibrando su feminismo con la fe de las multitudes.

BREVE RESEÑA HISTORICA SOBRE LA MUJER



En la comunidad primitiva
Durante esta época hace millones de años, el varón (caza) y la mujer (recolección) trabajaban de manera colectiva. Sobre una división natural del trabajo basada en la edad y el sexo, los hombres y las mujeres desenvolvían sus vidas en una espontánea igualdad y participación de la mujer en las decisiones del grupo social; más aún, las mujeres estaban rodeadas de respeto y consideración, trato deferente y hasta privilegiado. Al surgir la revolución neolítica (hace 10,000 años), surge la propiedad privada, los excedentes económicos, las clases sociales, la religión y el Estado.

En la sociedad esclavista
Múltiples pueblos esclavistas inventan la falsa teoría de "naturaleza femenina deficitaria", justificando la explotación y opresión de las mujeres. Por ejemplo, los judíos alababan a su dios con: "Bendito sea Dios, nuestro Señor y Señor de todos los mundos, por no haberme hecho mujer" y el conformismo de las judías que rezaba: "Bendito sea el Señor que me ha creado según su voluntad", expresan claramente el menosprecio del mundo antiguo por la condición de la mujer. Estas ideas también predominaron en el esclavismo griego; el famoso Pitágoras decía: "Hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer"; y hasta el gran filósofo Aristóteles sentenció: "La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades", y "El carácter de las mujeres padece de un defecto natural".
Iniciado el aumento de riquezas que resalta la posición del hombre en la familia e impulsándose la sustitución del derecho materno por el paterno comienza la posposición de la mujer y su resquebrajamiento cuyos ecos llegan hasta el mismo Esquilo, el gran trágico griego, quien en su obra "Las Euménides" escribiera: "No es la madre quien engendra eso que se llama su hijo; ella es sólo la nodriza del germen depositado en su entraña; quien engendra es el padre. La mujer recibe el germen como una depositaria extraña, y lo conserva si así place a los dioses".
Así en el esclavismo griego la condición femenina es de sometimiento e inferioridad social y objeto de menosprecio. De ellas se decía: "El esclavo carece absolutamente de la libertad de deliberar; la mujer tiene pero de manera débil e ineficaz" (Aristóteles); "La mejor mujer es aquella de la cual menos hablan los hombres" (Pericles); y la respuesta del marido a su mujer que indaga sobre los negocios públicos: "No es cosa tuya. Calla si no quieres que te pegue... Sigue tejiendo". (Aristofanes, Lysistrata). ¿Qué realidad expresaban estas palabras? Las mujeres en Grecia estaban en una perpetua minoría de edad: bajo el poder del tutor ya sea el padre, el marido, el heredero del marido o del Estado, su vida transcurrió bajo permanente tutela; se le proveía una dote matrimonial para que tuviera de qué vivir y no padeciera hambre y en algunos casos se le autorizaba el divorcio; por lo demás estaba reducida al gineceo en la casa y en la sociedad bajo el control de autoridades especiales. La mujer podía heredar a falta de descendiente varón directo, en cuyo caso debía casarse con el pariente de más edad dentro del genes paterno; así no heredaba directamente sino que era una transmisora de herencia; todo en resguardo de la propiedad familiar.
La condición de la mujer en Roma, también sociedad esclavista, permite una mejor comprensión de aquélla como derivada de la propiedad, de la familia y del Estado. Después del reinado de Tarquino y afirmado el derecho patriarcal, la propiedad privada y por tanto, la familia (gens) deviene base de la sociedad: la mujer quedará sujeta al patrimonio y a la familia; quedo excluida de todo "oficio viril", de la vida pública y es una "menor civil"; no se le niega directamente la herencia, pero se le somete a tutoría. Sobre este punto dijo Gayo, el jurista romano: "La tutela ha sido establecida en el interés de los mismos tutores, a fin de que la mujer de la cual son presuntos herederos no pueda arrebatarles su herencia por testamento, ni empobrecerla por medio de enajenaciones o deudas". La raíz patrimonial de la tutela que sobre la mujer se impone quedó pues claramente expuesta y definida.
Después de la XII Tablas, el hecho de que la mujer perteneciese a la gens paterna y la gens conyugal (también por estrictas razones de resguardo de la propiedad), generó conflictos que fueron la base del avance de la "emancipación legal" de la romana. Aparece el matrimonio "sine manu": sus bienes permanecen bajo la dependencia de sus tutores y el esposo sólo tiene derecho sobre su persona y aún comparte este poder con el "pater familias" que conserva una autoridad absoluta sobre su hija. Y surge un tribunal doméstico para resolver las discrepancias que puedan surgir entre padre y marido; así la mujer puede recurrir ante el padre por sus desavenencias con el marido y viceversa: "ya no es ella la cosa del individuo".
Sobre esta base económica (su participación en la herencia aunque tutoriada) y sobre la contienda entre los derechos de las gens paterna y marital sobre la mujer y sus bienes se desarrolla una mayor participación de las romanas en su sociedad, pese a todas las restricciones legales: se sienta en el "atrium", es el centro de la casa, preside el trabajo de los esclavos, dirige la educación de los niños y tiene influencia sobre ellos hasta edad bien avanzada; comparte trabajos y problemas del cónyuge y es considerada copropietaria de sus bienes. Concurre a fiestas y en la calle se le cede el paso, incluso por cónsules y lictores. El peso de las romanas en su sociedad se refleja en la figura de Cornelia, la madre de los Gracos.
Con el desarrollo social romano, el Estado desplaza la contienda entre las gens, asumiendo las disputas sobre la mujer, el divorcio, el adulterio, etc., que pasaron a ventilarse en tribunales públicos aboliendo el tribunal doméstico. Posteriormente se abolirá, como consecuencia de exigencias económicas y sociales, la tutela sobre la mujer, bajo la legislación imperial. A la mujer se le fija una dote propia (un patrimonio particular) que no vuelva a los agnados (parientes paternos) ni pertenece al marido; así, se le da una base económica para su independencia y desenvolvimiento. Al final de la República a la madre se le reconoció derechos sobre sus hijos dándosele la custodia de los mismos por mala conducta del padre o por ser sometido a tutela.
Bajo el emperador Marco Aurelio, en el año 178, se da gran paso en el proceso de propiedad y familia: los hijos son declarados herederos de la madre con preferencia a los agnados; así la familia se funda sobre el vínculo consanguíneo y la madre surge como la igual del padre frente a los hijos, los hijos se reconocen también como hijos de la mujer; y derivado de lo anterior, la hija hereda igual que sus hermanos varones.
Pero a la vez que el Estado "emancipa" a la mujer de la familia la somete a su tutela y restringe su acción. Y simultáneamente al ascenso social de la mujer, en Roma se inició una campaña antifemenina invocando su inferioridad y para reducirla legalmente se invocó la "imbecilidad y fragilidad del sexo".
En Roma, pues, la mujer tuvo una mejor condición social que en Grecia y adquirió respeto y hasta gran influencia en la vida social, como se refleja en las palabras de Caton: "En todas partes los hombres gobiernan a las mujeres, y nosotros, que gobernamos a todos los hombres, somos gobernados por nuestras mujeres". La historia romana tiene destacadas mujeres enaltecidas desde las Sabinas, pasando por Lucrecia y Virginia hasta Cornelia. Las críticas a las féminas, no en cuanto mujeres sino a las contemporáneas, se desarrolló a fines del siglo I y en el II de nuestra era; así Juvenal les reprochaba: lujuria, glotonería, dedicarse a ocupaciones de hombres y apasionarse por la caza y los deportes.
La sociedad romana reconoció algunos derechos a las mujeres, especialmente el derecho de propiedad, pero no les abrió la actividad civil ni mucho menos la pública, actividades que desarrollaron "ilegalmente" y en forma restringida; por ello las matronas romanas ("perdidas sus virtudes antiguas") tendieron a buscar en otros campos el uso de sus energías.

En la sociedad Feudal
En el hundimiento del esclavismo y el desarrollo de la feudalidad hay que tener en cuenta la influencia del cristianismo y el aporte germano al considerar la situación femenina. El cristianismo contribuyó no poco a la opresión de la mujer; en los padres de la Iglesia hay un definido menosprecio hacia las mujeres a quienes consideraban inferiores, siervas del hombre y fuentes del mal. A lo ya dicho basta añadir la condena de San Juan Crisóstomo, santo de la Iglesia Católica: "No hay ninguna bestia salvaje tan dañina como la mujer". Bajo esta influencia se mitiga y luego niega los avances de la legislación romana.
Las sociedades germanas basadas en la guerra dieron a la mujer situación secundaria por su menor fortaleza física y fuerza; pero, no obstante era respetada y tenía derechos que hacían de ella una asociada de su cónyuge. Recuérdese lo que Tácito escribió al respecto: "en la paz y en la guerra comparte su suerte; vive con él, y con él muere".
Cristianismo y germanismo influenciaron la condición de la mujer en la feudalidad. La mujer se hallaba en situación de dependencia absoluta respecto del padre y del marido; en tiempos del rey Clovis "el mundium pesa sobre ella durante toda su vida". Las mujeres desenvuelven su vida totalmente sometidas al señor feudal aunque protegidas por las leyes "como propiedad del hombre y madre de hijos"; su valor aumenta con la fecundidad valiendo el triple de un hombre libre, valor que pierde cuando ya no puede ser madre: la mujer es un útero reproductor.
En la feudalidad también se aprecia la evolución de la condición femenina, como en Roma, en función de la restricción de los derechos de los señores y del aumento del poder real: el mundium pasa de los señores al rey; el mundium se convierte en una carga para el tutor, pero se mantiene el sometimiento de la tutelada.
En los tiempos convulsos de la formación del feudalismo la condición de la mujer es incierta; no estando claramente deslindados los derechos de soberanía y propiedad, los públicos y privados, la condición de la mujer es cambiante y elevada o rebajada, según las contingencias sociales.
Primero se les niega los derechos privados, pues la mujer no tiene derechos públicos. Hasta el siglo XI la fuerza y las armas imponen el orden y sustentan directamente la propiedad: para los juristas feudo "es una tierra que se tiene con cargo de servicio militar" y la mujer no podía tener derecho feudal pues no podía defenderla por las armas ni prestar servicio militar. Cuando los feudos se tornan patrimonio y son hereditarios (de conformidad con normas germánicas las mujeres también pueden heredar), se admite la sucesión femenina; pero esto no mejora su condición: la mujer necesita un tutor que haga valer sus derechos, así el marido es quien lleva el feudo y lo usufructúa. La mujer es sólo el instrumento a través del cual se transmite el dominio, como en Grecia.
La propiedad feudal no es familiar como en Roma, es del soberano, del señor, y la mujer también pertenece al soberano, él es quien le escoge esposo. Como se ha escrito "una heredera es una tierra y un castillo: los pretendientes se disputan esa presa, y la joven a veces sólo tiene 12 años, o menos aún, cuando su padre o señor la da en regalo a cualquier barón". La mujer necesita de un señor que la "ampare" y haga valer sus derechos; así una Duquesa de Borgoña clamaba al rey: "Mi marido acaba de morir, pero ¿de qué sirve el duelo...? Encontradme un marido que sea poderoso, porque lo necesito mucho para defender mis tierras". De esta forma el cónyuge tenía gran poder marital sobre la mujer a la que trataba sin consideración, maltrataba, abofeteaba, etc. y del cual sólo se requería que "castigue razonablemente", como hoy algunos códigos exigen en la corrección de los hijos.
La concepción guerrerista imperante hacía que el caballero medieval prestara más atención a sus caballos que a su cónyuge y los señores predicaban: "maldito sea el caballero que va a pedir consejo a una dama cuando debe participar en un torneo"; a la vez que se apostrofaba a las mujeres: "Entrad en vuestros apartamentos pintadas y doradas, sentaos en la sombra, bebed, comed, bordad, teñid la seda, pero no os ocupéis de nuestros asuntos. Nuestros asuntos consisten en luchar con la espada y el acero. ¡Silencio!". Así menospreciaba y marginaba el mundo medieval de los señores a sus féminas.
En el siglo XIII se desarrolló un movimiento de mujeres letradas, el que desplazándose del Mediodía al Norte las prestigió; el mismo que estuvo ligado al amor caballeresco y al marianismo intenso de esa época. Pero "si la cortesía dulcifica la suerte de la mujer, no la modifica profundamente", como dice S. de Beauvoir en "El segundo sexo" libro donde se encuentra abundante información sobre la historia de la mujer; datos que son útiles, claro está, al margen de la concepción existencialista de su autora. Ya que no son las ideas las que cambian la condición femenina en lo fundamental, sino las bases económicas que les sirven de sustento. Cuando el feudo pasa de ser derecho basado en el servicio militar a tornarse obligación económica, se da una reivindicación de la condición de la mujer, pues ésta es perfectamente hábil para cumplir una obligación monetaria; así se suprime el derecho señorial de casar a sus vasallos y se extingue la tutela sobre la mujer.
De esta forma, soltera o viuda, la mujer tiene los derechos del hombre; si posee un feudo lo gobierna y cumple sus funciones administrativas y hasta comanda su defensa participando en los combates. Pero la sociedad feudal, como todas las basadas en la explotación, requiere del sometimiento femenino en el matrimonio y sobrevive el poder marital: "el esposo es el tutor de la esposa", se predica; o como decía Beaumanoir: "Tan pronto como el matrimonio ha sido consumado, los bienes de uno y otro son comunes por virtud del matrimonio", justificando el tutelaje marital.
En la sociedad feudal, como en otras al mando de explotadores, esclavismo, o capitalismo lo dicho sobre la condición de la mujer ha regido y rige; pero es necesario destacar que sólo en la condición de las mujeres pobres se nota una situación diferente y suavizada frente al poder marital; la raíz de esta situación hay que verla en la participación económica de las mujeres de las clases populares y en la carencia de grandes bienes.
Estos planteamientos se acentuaron en los pensadores cristianos con el menosprecio a la mujer con imputaciones de ser ésta fuente de pecado y antesala del infierno. Tertuliano clamó: “Mujer eres la puerta del diablo. Has persuadido a aquél a quien el diablo no se atrevía a atacar de frente. Por tu culpa tuvo que morir el hijo de Dios; deberías ir siempre vestida de duelo y de harapos"; y Agustín de Hipona: "La mujer es una bestia que no es firme ni estable". Mientras aquéllos condenaban otros sentenciaron la inferioridad y obediencia femeninas; así Pablo de Tarso, el apóstol, predicó: "El hombre no ha sido sacado de la mujer, sino la mujer del hombre; y el hombre no ha sido creado para la mujer, sino la mujer para el hombre", y "Así como la iglesia está sometida a Cristo, así sean sumisas en toda cosa las mujeres a su marido". Y cientos de años después, en el siglo XIII, Tomás de Aquino prosiguió igual prédica: "El hombre es la cabeza de la mujer, del mismo modo que Cristo es la cabeza del hombre" y "Es un hecho que la mujer está destinada a vivir bajo la autoridad del hombre y que no tiene autoridad por sí misma".

En la sociedad capitalista
La comprensión de la condición femenina no avanzó mayormente, pues si bien Condorcet apunta a señalar su raíz social al decir: "Se ha dicho que las mujeres...carecían del sentimiento de justicia, y que obedecían antes a su sentimiento que a su conciencia ...esa diferencia ha sido causada por la educación y la existencia social, no por la naturaleza", y el gran materialista Diderot escribía: "Os compadezco mujeres" y "en todas las costumbres la crueldad de las leyes civiles se ha unido a la crueldad de la naturaleza en contra de las mujeres. Han sido tratadas como seres imbéciles"; Rousseau, avanzado ideólogo de la revolución francesa estampó: "Toda la educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres... La mujer está hecha para ceder al hombre y soportar sus injusticias". Esta posición burguesa se proyecta hasta la época del imperialismo reaccionarizándose cada vez más; la que unida a posiciones cristianas y reiterando viejas tesis sentencia a través de Juan XXIII: "Dios y la naturaleza dieron a la mujer diversas labores que perfeccionan y complementan la obra encargada a los hombres".
Así vemos como a través del tiempo las clases explotadoras han predicado la "naturaleza femenina deficitaria". Sustentándose en concepciones idealistas han reiterado la existencia de una "naturaleza femenina" independiente de las condiciones sociales, ésta no es sino parte de la tesis anticientífica de la "naturaleza humana"; pero a esta llamada "naturaleza femenina", esencia eterna e invariable, se le añade el adjetivo "deficitaria" para indicar que la condición de la mujer y su opresión y tutelaje es producto de su "natural inferioridad frente al hombre". Con esta pseudo teoría se ha intentado mantener y "justificar" el sometimiento de la mujer.
Finalmente, es conveniente señalar que incluso un notable pensador materialista como Demócrito tenía prejuicios frente a la mujer ("Mujer ducha en lógica: algo espantable"; "La mujer es mucho más pronta que el varón para pensar mal"). Y que la defensa de la misma se basaba en argumentos metafísicos o religiosos (Eva quiere decir vida y Adán tierra; creada después del hombre, la mujer ha sido mejor terminada que él). Y que incluso la burguesía, cuando era clase revolucionaria, solo concibió a la mujer en referencia al hombre, no como un ser independiente.
El desarrollo del capitalismo va a incorporar a la mujer al trabajo dando bases, condiciones para que pueda desarrollarse; así con la incorporación al proceso productivo las mujeres tendrán la posibilidad de unirse más directamente a la lucha de clases y a la acción combatiente. El capitalismo llevó a las revoluciones burguesas y en esta fragua las masas femeninas, especialmente trabajadoras, avanzarán.
La revolución francesa, la más avanzada de las que la burguesía condujo, fue un buen caldo de cultivo para la acción femenina. Las mujeres se movilizaron junto a las masas y participando en los clubes políticos desarrollaron acción revolucionaria; en estas luchas organizaron una "Sociedad de Mujeres Republicanas y Revolucionarias" y a través de Olimpia de Gouges, en 1789 piden una "Declaración de Derechos de la mujer" y crean periódicos como "El impaciente" para reivindicar su condición. En el desarrollo del proceso revolucionario las mujeres conquistaron la supresión del derecho de primogenitura y abolición de los privilegios de masculinidad, obtuvieron igual derecho de sucesión que los varones y consiguieron el divorcio. Su participación combatiente dio algunos frutos.
Pero contenido el gran impulso revolucionario a las mujeres se les niega el acceso a los clubes políticos, se combate su politización y se las recrimina predicando su vuelta al hogar, se les dice: "¿Desde cuándo les está permitido a las mujeres abjurar de su sexo y hacerse hombres? La naturaleza ha dicho a la mujer: Sé mujer. Tus trabajos son el cuidado de la infancia, los detalles del hogar y las diversas inquietudes de la maternidad". Más aún, con la reorganización burguesa que inicia Napoleón, con el Código Civil, la mujer casada vuelve a ser sometida a tutela, cae bajo el dominio del marido en su persona y en sus bienes; se niega la indagación de la paternidad; se quita a la casada derechos civiles, como a las prostitutas; y se les prohíbe el divorcio y el derecho de enajenar sus propiedades.
En la revolución francesa ya se puede ver con claridad cómo el avance de las mujeres y su retroceso están ligados a los avances y los retrocesos del pueblo y el cambio. Esta es una lección importante: La identidad de intereses del movimiento femenino y la lucha popular, como aquél es parte de ésta.
Asimismo esta revolución burguesa muestra cómo las ideas sobre la mujer siguen un proceso igual al político; frenado y combatido el ascenso revolucionario surgieron ideas reaccionarias sobre la mujer: Bonald sostuvo "El hombre es a la mujer lo que la mujer es al niño"; Comte, tenido como "padre de la sociología", planteó que la femineidad es una suerte de continua infancia y que esa infanticida biológica se expresa en debilidad intelectual; Balzac escribió: "El destino de la mujer y su única gloria es hacer latir el corazón de los hombres. La mujer es una propiedad que se adquiere por contrato, un bien mueble, porque la posesión vale un título; en fin, hablando propiamente, la mujer no es más que un anexo del hombre". Todo este reaccionarismo se sintetizó en las siguientes palabras de Napoleón: "La naturaleza quiso que las mujeres fuesen nuestras esclavas... Son nuestra propiedad...; la mujer no es más que una máquina para producir hijos"; personaje para quien la vida femenina debía orientarse por "Cocina, Iglesia, Hijos", lema al que Hitler se adhiriera en este siglo.
La revolución francesa enarboló sus tres principios de libertad, igualdad y fraternidad y prometió justicia y reivindicar al pueblo. Bien pronto mostró sus límites y que sus declaraciones principistas no eran sino declaraciones formales, a la vez que sus intereses de clase se contraponían a los de las masas; la miseria, el hambre y la injusticia siguieron reinando, aunque bajo nuevas formas. Contra este orden de cosas se lanzaron los utópicos con una crítica demoledora y sagaz aunque, por las condiciones históricas, no pudieran llegar a la raíz del mal. Los socialistas utópicos también condenaron la condición de la mujer bajo el capitalismo; Fourier, representante de esta posición señaló: "El cambio de una época histórica puede determinarse siempre por la actitud de progreso de la mujer... el grado de emancipación femenina constituye la pauta natural de la emancipación general".
Frente a esta gran afirmación es bueno contraponer el pensamiento del anarquista Proudhon sobre la mujer, y tener presente sus ideas hoy que se quiere presentar a los anarquistas como ejemplo de visión y consecuencia revolucionarias y se les propagandiza a los cuatro vientos. Sostenía Proudhon que la mujer es inferior al hombre por su fuerza física, intelectual y moralmente, y que en su conjunto representado numéricamente, la mujer tiene un valor de 8/27 del valor del hombre. Así para este paladín la mujer representa menos de un tercio del valor del hombre; esto no es sino expresión del pensamiento pequeño burgués de su autor, raíz común de todo anarquismo.
A lo largo del siglo XIX, con su creciente incorporación al proceso productivo, la mujer siguió desarrollando su lucha en pro de sus reivindicaciones uniéndose al movimiento sindical y revolucionario de los obreros, un ejemplo de esta participación fue Luisa Michel, combatiente de la Comuna de París de 1871. Pero el movimiento femenino en general fue orientado hacia el sufragismo, a la lucha por obtener el voto para las mujeres, tras la falsa idea de que consiguiendo votos y posiciones parlamentarias se reivindicarían sus derechos; así se canalizó la acción feminista hacia el cretinismo parlamentario. Sin embargo, es bueno recordar que el voto no fue alcanzado gratuitamente sino que en el siglo pasado y comienzos de este lucharon abierta y decididamente para conseguirlo. La lucha por el voto femenino y su consecución demuestran una vez más, que si bien ésta es una conquista no es el medio que permite una transformación verdadera de la condición de la mujer.
El siglo XX implica un mayor desarrollo de la acción económica femenina, las obreras aumentan masivamente, así como las empleadas a quienes se suman fuertes contingentes de profesionales; las mujeres incursionan en todos los campos de la actividad. En este proceso tienen gran importancia las guerras mundiales que incorporan millones de mujeres a la economía en sustitución de los hombres que son movilizados al frente. Todo esto impulsa la movilización, organización y politización de las mujeres; y a partir de los años 50 se reinicia con mayor fuerza la lucha femenina que se amplía en los años 60 con una gran perspectiva para el futuro.
En conclusión, el capitalismo mediante la incorporación económica de la mujer sienta bases para su movilización reivindicativa; pero el capitalismo sólo es capaz de dar una igualdad jurídica formal a las mujeres, en modo alguno puede emanciparlas; esto está demostrado por toda la historia de la burguesía, clase que incluso en su más avanzada revolución, la francesa del siglo XVIII, no pudo avanzar más allá de una reivindicación formal. Más aún el desarrollo posterior a los procesos revolucionarios burgueses y el siglo XX demuestran que no solamente la burguesía no puede dar la emancipación a las masas femeninas sino que con el desarrollo del imperialismo la Concepción burguesa frente a la condición femenina se reaccionariza cada vez más y remacha la opresión social, económica, política e ideológica sobre las mujeres aunque la pinte y camufle de mil maneras.

Fuente
El Matriarcado del suizo Bachofen.
La Sociedad Primitiva de Morgan.
El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Federico Engels.